sábado, 6 de septiembre de 2008

Adecue y adecúe

Si alguna vez usted dijo “Es necesario que adecúe mi horario”, es probable que un conocedor de normas lingüísticas le haya corregido: “No se debe decir 'adecúe' sino 'adecue'”. Y entonces usted se habrá preguntado: ¿Adecue?, ¿con pronunciación llana y no con acento en la u? ¿Pero no es así como la pronunciamos todos? Y a estas interrogantes le habrá seguido la extrañeza de la palabra 'correcta'.

Hace más de dos décadas, refiriéndose al habla de Argentina, el periodista Braulio Díaz (1985, p. 79) deploraba la mencionada 'incorrección'. Decía él: “adecuar se oye frecuentemente mal conjugado, porque la gente dice ‘adecúa’, ‘adecúo’ y ‘adecúe’, y no es así sino adecuen, adecuo y adecue, con acento tónico en la segunda sílaba. Y es que el verbo adecuar se conjuga como averiguar, y nadie dice ‘averigúo’, ‘averigúa’ ni ‘averigúe’.”

Como observamos, la acentuación 'errónea' del verbo adecuar, y lo mismo sucede con licuar y evacuar, no es reciente ni tampoco solo se usa así en el Perú. Debemos decir en esta parte que durante mucho tiempo la Real Academia de la lengua exigía que el habla se rija por la norma culta, y si bien esta exigencia era y sigue siendo necesaria para evitar un caos en la lengua con usos muy variados, actualmente se impone el criterio, tan o más valioso, que es el respetar el uso mayoritario.

Precisamente, si revisamos el Diccionario Panhispánico de Dudas, leemos en las entradas de:

adecuar(se): ‘Acomodar(se) o adaptar(se)’. En el uso culto se acentúa preferentemente como averiguar: ‘Los hechos históricos se adecuan a los intereses más diversos’; pero hoy es frecuente, y también válida, su acentuación como actuar: ‘El organismo adecúa sus respuestas a las estimulaciones y posibilidades del medio’.

licuar(se): ‘Hacer(se) líquida una sustancia sólida o gaseosa’ En el uso culto se acentúa preferentemente como averiguar: ‘Se licuan tomates’; pero hoy es frecuente, y también válida, su acentuación como actuar: ‘Todo se licúa’.

evacuar: ‘Desalojar o vaciar (un lugar)’, ‘expeler (excrementos)’ y, en lenguaje administrativo, ‘tramitar (algo)’ y ‘realizar (consultas)’. En el uso culto se acentúa preferentemente como averiguar: ‘Los dos hombres se ocupan de cambiar un catéter que evacua la orina’; pero hoy es frecuente, y también válida, su acentuación como actuar: ‘El niño evacúa varias veces al día’.

Con el subtítulo de “La norma de hoy”, en el mismo Diccionario (pp. XIV-XV, leemos: “Por su carácter de lengua supranacional, hablada en más de veinte países, el español constituye, en realidad, un conjunto de normas diversas, que comparten, no obstante, una amplia base común: la que se manifiesta en la expresión culta de nivel formal, extraordinariamente homogénea en todo el ámbito hispánico, con variaciones mínimas entre las diferentes zonas, casi siempre de tipo fónico y léxico. Es por ello la expresión culta formal la que constituye el español estándar: la lengua que todos empleamos, o aspiramos a emplear, cuando sentimos la necesidad de expresarnos con corrección; la lengua que se enseña en las escuelas; la que, con mayor o menor acierto, utilizamos al hablar en público o emplean los medios de comunicación; la lengua de los ensayos y de los libros científicos y técnicos”.

La norma de cómo emplear una palabra se ha relativizado al uso mayoritario, aunque existe la preferencia por el uso culto. La aceptación de la variación dialectal se justifica en que la lengua no tiene valor en sí misma sino en el uso de los hablantes; son ellos los que le insuflan de vida y propician su permanente evolución en la comunicación. La palabra 'adecua' es la forma culta del español, aunque de uso minoritario; mientras que 'adecúa' es de uso popular y masivo.

En nuestros diarios, mimetizados con el habla general, se ha optado por la variante  democrática de nuestros verbos adecuar, licuar y evacuar con sus conjugaciones con hiato: adecúo, licúo y evacúo. El diario El Comercio (2-set-07; p. a22), por ejemplo, en su “Página de los lectores”, bajo el subtítulo “Basta de chistes”, se le responde a un lector: “tenemos que exigir que el Gobierno sí haga una compra transparente [de patrulleros], que las empresas telefónicas sí adecúen su servicio a la alta demanda de la que gozan […]”.



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Díaz Sal, B. (1985). El idioma nuestro de cada día. Buenos Aires: Plus Ultra. Temas contemporáneos 6.
Real Academia de la Lengua Española (2004). Diccionario Panhispánico de Dudas. Madrid: Espasa Calpe.

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